Ante un proceso de selección, casi todo el mundo tiene claro lo que NO debe hacer para evitar ser descartado a la primera de cambio. De hecho, nos preparamos a conciencia sobre ello, relegando a un segundo plano lo más esencial, que es dar lo mejor de nosotros mismos y demostrar que somos la persona adecuada para el puesto.
Lo primero que debemos tener claro es que, si nos han llamado para hacernos una entrevista, es porque están interesados en nuestro perfil profesional, y el reclutador ha visto algo en nosotros que le ha llamado la atención. Debemos ser conscientes que hemos superado la primera criba y, desde mi punto de vista, la más difícil, pues es toda una “hazaña” hacernos visibles ante la multitud de currículums.
Por este motivo, debemos ganar seguridad en nosotros mismos, en todo el potencial que tenemos y saber ponerlo en valor. La mejor herramienta de presentación ante una entrevista de trabajo somos nosotros mismos. ¡No lo olvidéis!
Me gusta recalcar esta particularidad porque creo que es algo que solemos pasar por alto y nos centramos más en otras cuestiones que, al final, nos alejan de nuestro objetivo que no es otro que hacernos con el puesto.
Doy por hecho que, cuando acudimos a un proceso de selección, debo hacerlo con una vestimenta que se ajuste a la empresa de la que quiero formar parte; llegar 5 minutos antes, aunque me toque esperar; conocer quién es la empresa y qué valores culturales promulga. Una vez que esto lo tengo asumido, tendría que enfocar todos mis esfuerzos en hacerme distinguir entre los demás candidatos y crear la necesidad en el reclutador de que mi presencia en su organización es más que necesaria para optimizar los resultados de la misma.
Es fundamental que uno mismo sepa lo que ha escrito en el CV, aunque no vale leerlo de memoria. Hay que poner de manifiesto nuestros logros, ejemplarizar con casos concretos y sobre todo, no mentir en aquellos aspectos que no nos favorezcan demasiado, ya que de averiguarlo, quedaremos inmediatamente descartados del proceso. Lo mejor es afrontar los problemas con convicción y naturalidad; y buscar una respuesta en positivo que me permita salir airoso de ese atolladero.
Como consejo, os diría que busquéis la forma de demostrar vuestros valores intangibles (habilidades, actitudes y aptitudes), que es lo que realmente quieren detectar los expertos en Recursos Humanos. En una persona no buscan sólo conocimiento, sino también coherencia, empatía, facilidad de expresión, madurez, adaptabilidad, responsabilidad, civismo, saber crear equipo y formación continua.
Un cómputo de cualidades que, de saber exponerlas, ¡estaremos más cerca de ser la persona adecuada!
Sandra Gallego Chaves