Atesorar nuestro tiempo es una garantía de salud física y mental
Supongo que cuando os hablo de sentir agotamiento, estrés, angustia…. Y de que el día se nos queda corto para atender a todas nuestras tareas, estamos hablando en el mismo idioma, ¿verdad? Hay ladrones de tiempo, algunos más sigilosos que otros, que nos restan calidad de vida, y también de eficacia en nuestro entorno laboral.
En un mundo tan exigente como en el que nos movemos, donde más que nunca se cumple la premisa de que “el tiempo es oro”, resulta imprescindible que sepamos optimizarlo si queremos sacar el máximo partido a nuestro día a día.
Yo he de reconocer que hay muchas noches que me voy a dormir con la sensación de no haber cumplido con mis expectativas. Me siento agotada e inquieta pensado en las tareas que me quedan pendientes y en por qué no habré sabido aprovechar mejor el tiempo.
De hecho, siempre me digo lo mismo: “esto no me vuelve a pasar”, “¿por qué no me habré puesto con ello antes? … Y eso, por no hablar de los “es que …” ¡Excusas!
La solución es simple, pero requiere voluntad, organización y saber detectar esas distracciones que nos separan de cumplir, no sólo con nuestras obligaciones, sino también de poder disfrutar del ocio y del tiempo libre. No debemos olvidar que, dedicar tiempo al disfrute nos aporta experiencias enriquecedoras que nos dan sensación de bienestar y calma.
Para optimizar el tiempo y poner remedio a esas frases típicas que todos nos hemos dicho en alguna ocasión, es conveniente que seamos conscientes de varios aspectos importantes, entre ellos:
- Saber identificar nuestras prioridades: Éstas marcan el rumbo de nuestras vidas, y aunque puedan variar según el momento en el que nos encontremos, lo normal es que vayan en paralelo con nuestra forma de ser.
- Marcarnos unos objetivos: qué queremos conseguir y cómo lograrlo. Este punto de partida, quizás, sea el más complejo. El resto requiere constancia y trabajo. Lo ideal es que comencemos por proyectos menos complicados e ir avanzando de manera gradual.
- Asignar tiempo a cada tarea: ponerse un límite de tiempo siempre es una buena opción para culminar con éxito nuestras tareas. Es un ejercicio de responsabilidad, cuyo cumplimiento nos asegura continuar con el plan marcado.
- Abarcar sólo hasta donde podamos llegar: Realizar nosotros solos todas las tareas no nos hace ser mejores. Tenemos que saber delegar y confiar en el buen hacer de los demás. Ello también implica que tomemos consciencia de cuál es nuestro “tope”, antes de que sea demasiado tarde.
- Limitar el uso de las RRSS: Ya sé que son una gran tentación, pero debemos aparcarlas hasta haber concluido con nuestras prioridades. Éstas tienen que ser un punto de apoyo para mejorar nuestras relaciones sociales, pero no para poner trabas en el ejercicio de nuestras funciones.
- Mantener un orden: Eso de que uno es ordenado dentro de su propio desorden no resulta práctico a largo plazo; por lo que os recomiendo que llevéis al día este hábito para trabajar con mayor claridad y eficacia.
Estas claves son sólo el punto de partida para liberarnos de esos ladrones de tiempo, que tantos quebraderos de cabeza nos dan, y dejar de experimentar esas sensaciones de las que os hablaba al inicio de este artículo.
Llevarlas a cabo son, para mí, el comienzo de un método eficaz para poner en valor el tiempo, ese bien tan valioso que no se materializa, y que, si sabemos cómo distribuirlo, nos puede aportar grandes beneficios. Yo me comprometo a llevarlas a cabo, ¿y vosotros?
Sandra Gallego Chaves