Debemos escuchar a nuestro cuerpo y mente y hacer un alto en el camino, para regresar con fuerza y vitalidad
Muchas veces, planificar las vacaciones nos supone todo un ejercicio de buenas intenciones, no sólo por la organización previa que requiere, sino también por la dificultad que implica para nosotros desconectar de las obligaciones laborales.
Hoy, más que nunca, olvidarse por unos días del trabajo es una misión casi imposible. Gran parte de la culpa la tiene el auge de las nuevas tecnologías y la profesionalización de las RRSS. Aunque no queramos, éstas, ejercen sobre nosotros una extraña atracción, como si de un imán se tratase. Podríamos decir que nos tienen ¿hipnotizadas?
Por eso, no es de extrañar que nos encontremos de cuerpo presente disfrutando del verano en una hamaca en la playa, o en lo alto de una montaña respirando aire puro, y al mismo tiempo “rumiando” asuntos pendientes. En este sentido, ninguna técnica resultará efectiva si no sabemos discernir entre las preocupaciones reales y las creadas por nuestros propios miedos y prejuicios.
Es importante que sepamos dominar nuestras emociones si lo que queremos realmente es desconectar del trabajo y de la rutina que nos espera a nuestra vuelta. Sólo así, podremos darle “oxigeno” a nuestra mente y regresar con las pilas recargadas.
Es cierto que desvincularse del trabajo depende, en muchas ocasiones, de las tipologías de las empresas y de los propios cargos que ostentamos, pero si os parece, os daré algunos consejos que pueden ayudar a aliviar esa tensión, aunque ¡sea por unos días!
Lo primero que debemos hacer, incluso antes de preparar las maletas, es dejar todas las tareas hechas y no postergar nada. A la vuelta, si además de luchar contra el conocido síndrome postvacacional, tenemos que ocuparnos de los asuntos no resueltos, la incorporación será toda una prueba de tenacidad y mucha, mucha, paciencia.
Otra de las reglas a cumplir es olvidarnos de las prisas, del reloj y disfrutar de cada momento y saborearlo al máximo. Las experiencias gratificantes producen en nosotros energía positiva y una verdadera sensación de felicidad. ¿Quién no quiere sentirse así?
Di adiós al smartphone y RRSS por unas horas. Tenemos que reaprender a vivir sin estar las 24 horas del día pendientes de la pantalla del móvil. Estoy segura de que nuestro entorno más cercano y familiar nos lo agradecerá.
Otra de las cosas que están a nuestro alcance es elegir un destino vacacional que nos permita descansar. No me refiero a estar todo el día tumbados sin hacer nada, pero sí donde podamos disfrutar de momentos de paz y relax.
Además, es conveniente que aprovechemos estos días para pasar más tiempo con la familia, con los amigos, para reencontrarnos con nuestro verdadero yo y demos respuesta de manera sosegada a todas las inquietudes que tengamos.
En nuestras vacaciones, también es fundamental que recuperemos las horas de sueño que el propio ajetreo de la rutina diaria nos va restando. El descanso y el sueño reconfortante son dos grandes aliados para conseguir la desconexión mental.
Para terminar, os recomiendo que adelantéis vuestra vuelta unos días previos a la incorporación al trabajo. Es una forma de iros adaptando a esa rutina que durante algunos días habéis intentado olvidar.
Soy consciente de que llevar a cabo esta desconexión requiere voluntad y buena disposición, pero de obligado complimiento si queremos rendir con productividad en nuestro trabajo y, sobre todo, liberarnos del estrés por un tiempo.
Recordad que “sin bienestar la vida no es vida”. Os invito a que escuchéis a vuestro cuerpo y mente y hagáis una parada en el camino, para regresar con fuerza y vitalidad.
Sandra Gallego Chaves